Acceder a la educación es un derecho social ADRIANA PUIGGROS


El paro de estudiantes en Chile que lleva más de un mes y medio y la huelga de hambre que 29 de ellos comenzaron hace una semana, son sucesos que no pueden pasar desapercibidos para los argentinos. Los estudiantes de Chile están reclamando por su derecho a acceder a la educación, por un derecho que debe ser un bien público y no privado. Estos hechos que ocurren en el país vecino son el puntapié del derrumbe público de uno de los mayores mitos -y mentiras- del último medio siglo. Distingamos entre mitos y mentiras. Usaremos el significado griego, el más antiguo de la palabra mito: es un relato que se refiere a acontecimientos y seres prodigiosos, sobrenaturales, dioses o monstruos. Corresponde al extraordinario poder de ordenamiento social que los hacedores del capitalismo salvaje adjudicaron a la educación privada, liberándola del monstruoso Estado… y sobre todo liberándose ellos mismos de su participación impositiva en la instrucción pública, que ya ni siquiera se trata de la educación popular, categoría mucho más amplia. El modelo chileno fue un mito, en especial, para quienes lo miraron desde afuera, en tanto la clase media del país hermano se endeuda de por vida para poder pagar la escuela secundaria y, los que son un poco más pudientes, la universidad otrora pública. Hasta la histórica Universidad de Chile es apta sólo para élites. En cuanto al pueblo, de acuerdo con el modelo, no había razón para que concurriera al sistema escolar más allá de la educación general básica, con excepción de individuos excepcionalmente meritorios que el gobierno o alguna fundación privada podrían becar. El modelo educativo chileno es simplemente una justificación para introducir el espacio educativo en el mercado y Chile es, probablemente, el país latinoamericano donde se llegó más a fondo en la aplicación de la educación de mercado. En cuanto a mentir, ese acto de ocultamiento consciente de la verdad, es lo que han hecho no sólo comentaristas periodísticos argentinos sino muchos especialistas en política educativa. Una manera de ocultar la verdad es mostrar los elementos que componen una situación, en un orden que confirme lo que queremos demostrar. Esa es la función que tienen aquellas pruebas internacionales de evaluación que se construyen para demostrar que la ineficiencia de la educación pública y convencer de la inutilidad de la inversión en educación que no reditúe beneficios económicos. La prueba Pisa, por ejemplo, según la cual la educación chilena ocupa un lugar privilegiado en América Latina. Podemos contrastar ese resultado con la metodología de la propia prueba, lo que le interesa indagar, o bien con la crisis actual del sistema educativo tan meritorio para los ojos de los vendedores internacionales de evaluaciones. Lo persistente es la necedad de los privatizadores, que tiene su mejor exponente en la reacción de Pinera ante las masivas manifestaciones que lo obligaron a echar a su ministro de educación, el pinochetista Joaquín Lavín. En un excelente video presentado en el programa “Duro de Domar” por el periodista Togneti-que puede encontrarse en YouTube, Piñera propone a los indignados estudiantes conseguirles más préstamos para que puedan pagar la universidad privada, e insta a estas últimas a que paguen los impuestos. Sostengamos la Ley de Educación Nacional (LEN) que rige en la Argentina desde 2006 y forma parte del modelo de responsabilidad pública, estatal, de la educación del pueblo y avancemos en una Ley de Educación Superior acorde con los principios y garantías que establece la LEN. Diputada nacional por el FpV Publicado en Diario Diagonales, 28 de julio de 2011