TOMAS BORGE: POETA, GUERRILLERO Y DE ESOS MUERTOS QUE NUNCA MUEREN


Eduardo Galeano - Crónica de la ciudad de Managua

El comandante Tomás Borge me invitó a cenar. Yo no lo conocía. Tenía fama de ser el más duro de todos, el más temido. Había otra gente en la cena, linda gente; él habló poco o nada. Me miraba, me medía.
La segunda vez, cenamos solos. Tomás estaba más abierto; contestó suelto mis preguntas sobre los viejos tiempos de la fundación del Frente Sandinista. Y a medianoche, como quien no quiere la cosa, me dijo:
—Ahora, contame una película.
Me defendí. Le expliqué que yo vivía en Calella, un pueblo chico, donde poco cine llegaba, películas viejas…
—Contame —insitió, ordenó—. Cualquier película, cualquiera, aunque no sea nueva.
Entonces conté una cómica. La conté, la actué; intenté resumir, pero él exigía detalles. Y cuando terminé:
—Ahora, otra.
Conté una de gangsters, que terminaba mal.
—Otra.
Conté una de vaqueros.
—Otra.
Conté, inventándola de cabo a rabo, una de amor.
Creo que estaba amaneciendo cuando me di por vencido, supliqué clemencia y me fui a dormir.
Me lo encontré a la semana. Tomás se disculpó:
—Te exprimí, la otra noche. Es que a mí me gusta mucho el cine, me gusta con locura, y nunca puedo ir.
Le dije que cualquiera podía entenderlo. Él era ministro del Interior de Nicaragua, en plena guerra; el enemigo no daba tregua y no había tiempo para el cine, ni lujos así.
—No, no —me corrigió—. Tiempo, tengo, El tiempo... uno se hace el tiempo, si quiere. No es problema de tiempo. Antes, cuando estaba clandestino, disfrazado, me las arreglaba para ir al cine. Pero ahora...
No pregunté. Hubo silencio, y siguió:
—No puedo ir al cine porque... porque yo, en el cine, lloro.
—Ah —le dije—. Yo también.
—Claro —me dijo—. En seguida me di cuenta. La primera vez que te vi, pensé: 
«Este tipo llora en el cine.»



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Escritor, Poeta y Revolucionario, con el corazón compartido en estas tres convicciones, el Comandante Tomás Borge Martínez ha fallecido. Una vida intensa deja atrás, donde varias facetas, sin duda alguna, solo conducen hacia un sol donde ahora brilla la libertad de un pueblo que le rinde los mejores tributos. Nació un 13 de agosto de 1930 como por designio divino, bajo el único propósito de luchar por un pueblo que estaba amordazado por las herrumbrosas fauces de la dictadura Somocista. Fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), junto a Carlos Fonseca Amador, fue el bastión de significativos cambios sociales en Nicaragua, luchando y derrocando al dictador Anastasio Somoza Debayle, en 1979.


Durante la gesta revolucionaria fue apresado por el régimen somocista y torturado por defender la lucha de un pueblo que pedía a gritos su liberación. Tomás es de esos muertos que nunca mueren, como dijo del Padre de la Revolución, Carlos Fonseca Amador.



Un ser prolifero que engendró arte e imaginación a través de sus poesía, pero que también dejó cada instante de su vida -esa que muchos llevan oculta- plasmada en importantes entrevistas que ahora son como testimonios fieles de quién fuera el auténtico Tomás, el guerrillero, el revolucionario, el poeta.



En muchas de estas entrevistas dejó bien claro que lo importante de la vida es el amor por los seres humanos, la fe de existir y la certidumbre de ser inmortal; además el escribir poesía, una disciplina, que según él mismo relataba, la practicaba desde el vientre de su madre, y de igual manera leer mucho, así que leía con fruición a Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borge, Rubén Darío, José Martí, entre otros escritores que tenía como favoritos. 

Tomás Borge ha dejado un importante acervo de libros publicados, tales como "La paciente impaciencia" (1989), quizá la obra más importante donde cuenta su vida y con la cual ganó el reconocido Premio Casa de las Américas; asimismo publicó Un grano de maíz, la más importante entrevista realizada al líder de la revolución cubana, Fidel Castro, en abril de 1992, y donde hace profundas reflexiones sobre el intervencionismo norteamericano en los asuntos internos de Nicaragua ; también destaca Salinas, dilemas de la modernidad, en el cual hace una reseña de la historia política de México antes de la toma de posesión de Luis Donaldo Colosio.

Su poesía, como dijo en algún momento José Coronel Urtecho, es esencialista, esa corriente que fluye directo del corazón, llega por el pulso de las manos hasta convertirse en letra que duele, letra que da mordiscos al más duro corazón.

Fuente: http://www.el19digital.com/index.php?option=com_content&id=38351