LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS

A fines de julio de 1966 la dictadura militar encabezada por Juan Carlos Onganía decretó la intervención de las universidades nacionales, ordenando a la policía que reprimiera para expulsar a estudiantes y profesores. La destrucción alcanzó los laboratorios y bibliotecas de las altas casas de estudio y la adquisición más reciente y novedosa para la época: una computadora. A esto le siguió el éxodo de profesores e investigadores y la supresión de los centros de estudiantes. Una feroz persecución se desplegó hacia los militantes de izquierda en las facultades. Este hecho se conoció como "La Noche de los Bastones Largos". Fue el 29 de julio de 1966.


"El viernes 29 de julio de 1966, a un mes del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional del presidente Arturo Illia e inauguró la dictadura del general Juan Carlos Onganía, en la Facultad de Ciencias Exactas en la eterna Manzana de las Luces, la Guardia de Infantería policial que dirigía el general Mario Fonseca cargó a garrotazos y con gases lacrimógenos contra estudiantes, docentes y profesores extranjeros invitados y hubo 200 detenidos y numerosos heridos. 
Se conocen los antecedentes de esos hechos: entre 1957 y esa noche, la Universidad de Buenos Aires, la más potente y poblada de las nacionales, vivía una época de oro inaugurada con el rectorado del filósofo e intelectual Rizieri Frondizi, hermano del Presidente Arturo. En su gestión, que luego continuó el ingeniero Hilario Fernández Long, se modernizó la Universidad, se lanzaron campañas de alfabetización, se fundaron las carreras de Psico logía y Sociología, el Instituto del Cálculo, que estudió la trayectoria del cometa Haley; se creó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), se fundó la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), que llegó a editar 11 millones de libros a precios bajos, en fin, se democratizó la Universidad hasta niveles antes desconocidos en la Argentina. 
A partir del avance militar en el gobierno de Illia, los estudiantes encresparon sus críticas: primero, ante la muerte de un estudiante en las movilizaciones contra la invasión norteamericana a Santo Domingo, en 1965, que anunciaba el comienzo de la feroz Doctrina de la Seguridad Nacional en Latinoamérica, y luego, a partir de la amenaza creciente de reducción del presupuesto educativo, que por entonces era la increíble cifra del 20% del total del Presupuesto nacional. Pero el inicio del gobierno golpista, confesional y anticomunista de Onganía atizó la oposición estudiantil. 
Se conocen también los móviles dictatoriales: poner fin a la autonomía universitaria y la libertad de cátedra; silenciar las criticas; escarmentar la rebeldía estudiantil y docente de todas las universidades nacionales. Y se conocen las consecuencias: 1.378 docentes que renuncian o parten al exilio. Unos 301 emigraron: 215 eran científicos y 86 investigadores en distintas áreas. Se inició el éxodo de científicos.."
                                                                                                                 MARIA SEOANE


Fragmento de uno de los últimos reportajes hechos a Don Manuel Sadosky, para la revista "Todo es Historia".

–Creo que siempre se debe empezar por la "Noche de los bastones largos", el 29 de julio de 1966, cuando la policía de Juan Carlos Onganía irrumpió en la Facultad de Ciencias Exactas y apaleó brutalmente a estudiantes y docentes, incluyendo a usted.
–Incluyéndome a mí, que era el vicedecano de la facultad, y a Rolando García, que era el decano. La Noche de los bastones largos, claro, es una fecha que queda grabada... Era un momento muy activo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, allí se cultivaban la matemática, la física, la química, la geología, la meteorología, con un fervor, con una sensación, quizá demasiado exagerada, de que podíamos cambiar el país.
–Cuénteme algo de aquel día. La historia es conocida, pero algún detalle suyo.
–Bueno, la historia de los palazos que nos hicieron pasar entre una doble fila de policías ya la conocen todos... pero es curioso, porque a uno le quedan ciertos detalles sin importancia. Por ejemplo, recuerdo que yo usaba sombrero y lo tenía puesto, así que cuando pegaron los palos, el sombrero atenuó los golpes, que no me parecieron gran cosa, pero después, en la comisaría, pasé frente a un espejo donde ví que tenía toda la cara ensangrentada y entonces me lavé, porque me daba vergüenza estar en esa situación. La verdad es que fue verdaderamente notable con tantos palos que dieron que no hubieran matado gente, porque pegaban bien, pegaban con habilidad.
–Y con ganas.
–Con muchas ganas. Y también recuerdo muy vivamente que yo estaba problematizado, porque había mujeres y yo quería ir a defenderlas, como cualquier persona que está viendo que les pegan a las mujeres y bueno, no podía. Recuerdo mi impotencia, porque uno en la Argentina estaba acostumbrado cuando había lío, cobraba. Pero lo de las mujeres era nuevo.