UN NUEVO NIETO RECUPERADO POR ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

En 1977, María de las Mercedes Moreno tenía 24 años. Su marido estaba detenido como preso común en una cárcel de Córdoba, donde también había presos políticos. En las visitas que hacía al penal, por solidaridad, ella comenzó a sacar cartas que esos presos, mantenidos en cautiverio de manera clandestina, escribían a sus familiares. 

El 26 de septiembre de 1978, embarazada de siete meses, un grupo de tareas secuestró a María de las Mercedes y la llevó al centro clandestino de detención del Departamento de Informaciones de la policía cordobesa. Un mes más tarde dio a luz a una niña, que le quitaron en la sala de partos. Después sabría, por una enfermera, que la beba había sido llevada a la Casa Cuna de Córdoba, pero allí le perdió el rastro. Esta semana, después de 34 años de búsqueda y con 59 cumplidos, María de las Mercedes recibió la noticia de que las Abuelas de Plaza de Mayo habían encontrado a su hija.

El anuncio sobre la nieta recuperada número 107 fue realizado ayer en la sede de Abuelas. "Pocas son las historias en que nuestros nietos se pueden encontrar con sus madres y padres. Por lo general, el terrorismo de Estado se encargó de borrar toda huella de su existencia", señaló allí Estela de Carlotto. A pedido de la joven recuperada no se dieron a conocer sus datos. La presidenta de Abuelas se limitó a contar que había sido anotada como hija propia por una encargada del Servicio Social de la Casa Cuna en Córdoba y su esposo y que al ser citada por la Justicia la joven accedió voluntariamente a hacerse el análisis de ADN.

María de las Mercedes estuvo detenida en el centro clandestino de detención D2, ubicado en la capital de Córdoba, que dependía del Área 311 del III Cuerpo de Ejército, al mando de Luciano Benjamín Menéndez, desde el 26 de septiembre al 27 de noviembre de 1978. Allí, a pesar de que cursaba el séptimo mes de embarazo, fue sometida a tormentos.

Por eso la tarde en que salió en libertad, el 7 de abril de 1979, María de las Mercedes fue a la Casa Cuna para recuperar a su hija. Las monjas que estaban a cargo del lugar la echaron. "Las subversivas acá no entran", le advirtieron, y la amenazaron con llamar a la policía. María de las Mercedes fue al juzgado de menores, pero tampoco obtuvo otra respuesta que la amenaza. Una vez más, aparecen las complicidades civiles en los casos de apropiación de bebés y adulteración de la identidad. Aparte de los militares, sectores vinculados de la iglesia católica y la justicia, le negaron a una madre el derecho de estar con su hija. Luego de 35 años se conoce la verdad. Es tiempo de que se investigue a todos los sectores civiles que fueron cómplices de estos crímenes tan aberrantes.