DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER



El 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas, por la dictadura militar de Trujillo en República Dominicana, las hermanas Mirabal. Conocidas como las Mariposas, Patria, María Teresa y Minerva, dedicaron gran parte de su corta vida a luchar por la libertad política de su país, oponiéndose firmemente a una de las tiranías más opresoras y duras que tenía Latinoamérica en ese momento.

En 1981 el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, decidió marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, recordando el asesinato de las hermanas Mirabal.

En 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que se definió la "violencia contra la mujer" como "Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada."

La violencia hacia las mujeres es una problemática mundial que afecta en mayor o menor medida a millones de niñas, adolescentes y mujeres adultas que padecen discriminación, desarraigo, padecimiento físico y psicológico, perdiendo no solo posibilidades de desarrollo pleno como personas sino la vida por el sólo hecho de ser mujeres.

La violencia hacia las mujeres, un problema social

Durante años, los movimientos de Derechos Humanos y el movimiento de Mujeres en nuestro país, han desplegado enérgicas luchas por lograr una legislación adecuada a los compromisos asumidos por el Estado argentino en los pactos internacionales de derechos humanos.
A pesar de la visibilidad que ha tomado la violencia de género contra las mujeres en nuestra sociedad, en los barrios, en las comunidades, en las escuelas, sigue siendo uno de los problemas más sentidos y una demanda constante.

Esta demanda está fundamentalmente centrada en la violencia de género que es ejercida en el marco de una relación afectiva por novios, parejas, maridos o ex parejas por lo cual haremos foco en este recorte específico, sin desconocer la importancia de otras manifestaciones como la trata, el tráfico, el acoso, la violación callejera, etc. También podemos suponer, aún sin tener cifras oficiales, que es aquella manifestación de violencia más extendida y prevalente en nuestro país.

El Observatorio de Femicidios "Marisel Zambrano", que depende de la Casa del Encuentro, viene elaborando informes sobre los femicidios de niñas y mujeres registrados en Argentina a partir de 2008. Esos informes demuestran que no se trata de casos aislados ya que unas 295 mujeres fueron asesinadas en Argentina en el marco de la violencia de género en 2013. Desde 2008 hasta 2014 fueron asesinadas 124 adolescentes, de entre 13 y 18 años. 

La escuela, un lugar de reflexión, prevención y aprendizaje de buen trato

Los estudios de género desde la década de los ´60 permiten afirmar que la violencia sobre las mujeres es de origen cultural, se asienta en el control real y simbólico de sus cuerpos, sus oportunidades y sus decisiones. Y, en algunas ocasiones, hasta de sus deseos. Esto significa que al ser un fenómeno cultural es posible cambiar aquellos valores sociales que justifican la superioridad masculina, causa profunda de las diferentes manifestaciones de la violencia de género. 

La implementación de la Ley de Educación Sexual Integral como un derecho de todos los niños, niñas y adolescentes, en las aulas de todo el país, es un paso indispensable en el camino de proporcionar la información y la reflexión necesarias para aportar a la constitución de una sexualidad que al mismo tiempo sea libre y sea responsable.

La escuela representa un lugar de prevención, con un enfoque integrador de la sexualidad, desprendido del componente moralista o meramente biologicista basado en los derechos sexuales y derechos reproductivos de niños, niñas y adolescentes desde una perspectiva de género, que debe contribuir a la problematización de las distintas formas de violencia contra las mujeres, interpelando representaciones y prácticas, buscando en la práctica cotidiana la ruptura de estereotipos, promoviendo un trato igualitario.

Dos aspectos de la violencia hacia las mujeres que podemos abordar en la escuela

La violencia es una dimensión constitutiva de la cultura, es una producción social que funda la civilización mediante la acción de las instituciones que "moldean" los comportamientos de los sujetos que las habitan. Aquí la familia y la escuela ocupan un lugar central como estructuradoras de la vida social.
Por ello abordar conjuntamente familias – escuela la problemática de las relaciones afectivas que se establecen entre adolescentes y la del trabajo infantil resultan claves para desnaturalizar aspectos arraigados en la cultura.

En la violencia en los noviazgos es importante promover y hacer un trabajo de concientización en las adolescentes y jóvenes, para desnaturalizar aquello que puede considerarse como aceptable en una relación afectiva. Las jóvenes y adolescentes pueden construir una idealización del amor romántico, que todo lo perdona, que todo lo entiende, concebir esa relación como de amor para toda la vida. Creer que si hay celos es porque hay amor, o que si no hay libertad de estar con amigas, de vestirse de determinadas maneras es una forma de cuidado, debilita a la joven en la toma de decisiones y puede ser el inicio de una relación de violencia.

El número de niñas que trabajan suele ser subestimado por los estudios estadísticos. A menudo no dan cuenta de los ocupados en lo que no se considera actividad económica, tal como el trabajo en empresas familiares y el trabajo doméstico, de la cantidad de niñas que se se dedican al trabajo doméstico. El trabajo doméstico es visto tradicionalmente como trabajo fácil y seguro para las niñas. Sin embargo, cada vez más se demuestra que puede ser muy peligroso y ha sido reconocido como una posible peor forma de trabajo infantil. 

Una abrumadora mayoría ocupada en el trabajo doméstico son niñas, y muchos enfrentan abusos físicos, emocionales o sexuales, pierden tiempo para la escolaridad adecuada y en casos extremos hasta pierden la libertad propia de sus edades.

Podemos poner en debate estas cuestiones entre trabajadoras y trabajadores, con las familias, con las niñas, niños y adolescentes, con la comunidad para ir transformando las percepciones y sensibilidades promoviendo cambios de modelos de conducta, de valores y de relaciones afectivas.


Las trabajadoras de la educación y la violencia hacia las mujeres

El colectivo de mujeres trabajadoras de la educación no es ajeno a la problemática de violencia hacia las mujeres. Al igual que en cualquier otra mujer, la ruptura de una relación afectiva por cualquier tipo o modalidad de violencia pone en estado de crisis la vida misma.

Por ello desde el SUTEBA se promueve el reconocimiento de una licencia especial ante violencia de género para todas las trabajadoras de la educación de la provincia de Buenos Aires que proteja el puesto de trabajo, ante situaciones enmarcadas en la Ley Nacional N° 26485 y la Ley Provincial N° 12569 y que otorgue garantías de goce integro de haberes y posibilidad de traslado jurisdiccional o interjurisdiccional con reserva de destino, así como el tiempo para la asistencia necesaria.

Esta iniciativa tiene por objetivo, además de la protección de la mujer trabajadora, visibilizar la problemática que afecta a miles de mujeres en nuestro país.

A comienzos de 2014 el trabajo de ATECH (Chubut) se vio reflejado en la obtención de esta licencia a través de acuerdo paritario así como también desde AMSAFE ( Santa Fe), AGMER ( Entre Ríos) y UTELPA (La Pampa) se impulsa el reconocimiento de esta problemática.

Desde SUTEBA en el ámbito de las delegadas paritarias se empezará a tratar un borrador de trabajo que se compartirá en los cuerpos de delegados para oportunamente incorporar el tema a la agenda de las Comisiones Técnicas Paritarias, teniendo como objetivo que el debate y la apropiación de este derecho sea un ejercicio de ciudadanía.


La articulación de políticas públicas para desarmar las matrices culturales que provocan la desigualdad entre varones y mujeres y poder brindar respuestas eficaces para proteger a las mujeres en situación de violencia es un imperativo que no debe postergarse.

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