¡GRANDE MAESTRA!


ENTREVISTA A ESTELA DE CARLOTTO

La Secretaría de Comunicaciones del SUTEBA está realizando una serie de reportajes con distintas personalidades de la cultura, la música, la política y el arte, entre otros, para conocer sus experiencias con la Escuela Pública, cómo la ven y cómo se la imaginan a futuro. En esta oportunidad, tuvimos el privilegio de hablar con la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

¿Cúal es tu relación con la escuela pública y qué recuerdos tenés de tu paso por ella?

Mi relación con la escuela pública es desde que era chiquita, que empecé la escuela primaria. Yo tengo muchos años de manera que en aquella época la escuela primaria se empezaba a los 8 años y había primero inferior, primero superior y hasta sexto grado. Yo nací acá en Buenos Airse y estábamos viviendo en ese momento en Liniers, o sea que empecé mi experiencia escolar en una escuela de Liniers. Después nos fuimos trasladando a diferentes lugares de la provincia por el empleo de mi papá, era Jefe de Correos. Asíque fui conociendo no sólo la escuela de la Capital Federal, sino las escuelas de las Provincias.

Realmente tengo todos muy buenos recuerdos. Yo era una chica estudiosa, terminé el sexto grado en la ciudad de La Plata con un boletín casi de todos 10, porque me gustaba estudiar, me gustaba cumplir, además me sentía muy bien en esa escuela a donde, por razones de mi propia personalidad, soy bien extrovertida: si había que recitar, recitaba, si había que bailar, bailaba, si tenía que disfrazarme de paisana y el pericón, también lo hacía y hacía los pizarrones de efemérides porque me gustaba dibujar. También escribía poesías y se las mostraba a mi maestra de quito grado y ella me decía "que bien, que bien" porque eran de Belgrano, de la Patria, de la Guerra porque me impactaba mucho el tema de la guerra y los niños. Se ve que alguna influencia visual me tocó que mi obsesión eran los niñitos que quedaban huérfanos. Mira vos el destino que después vengo a tener, el resto de mi vida buscando niños también víctimas.

Bueno, todos recuerdos muy lindos. Y alguien me preguntó una vez "qué maestra te quedó más", todas fueron muy buenas pero hubo una que ya no vive que era la que leía mis poesías porque ella era poetisa, Sara del Carmen Hugasi, una señorita de La Plata y siempre que puedo le rindo mi homenaje porque era la maestra: carácter, justicia y cariño. No era melosa ni nada, era justo lo que tenía que tener como condición una maestra. 

Me parece que de todo eso me nace la vocación desde chiquita de decirle a mi mamá: "Mamá yo quiero ser maestra cuando sea grande". Y empecé a ejercer un poquito esa docencia infantil porque fui catequista en la Iglesia del barrio de Tolosa, donde yo vivía. Tendría 10 u 11 años y le enseñaba a chiquitos de 8 o de 7. También a las compañeritas mías que no entendían matemáticas las traía a mi casa y las ayudaba. Siempre esa vocación de enseñar. 

Pude ejercer la docencia y fui muy feliz, pero fui sorprendida de que en realidad mi formación en una ciudad, con un programa de formación docente no me daba ninguna experiencia real de la realidad, valga la redundancia, que me iba a tocar vivir porque fui a una escuelita nacional, de las que se llamaron en ese entonces "Lainez", escuelas que ocupaban un lugar que otras escuelas de esa provincia no ocupaban: lugares desfavorables, muy humildes. A mi me tocó ir a una de esas escuelitas con el guardapolvo todavía de la secundaria, con el moño atrás. Y llegué a la escuela pero no sabía atender cuatro grados conjuntos y la directora me dice "señorita, usted va a tener 3ro, 4to, 5to y 6to" y me dio a los alumnos, me metió en una habitación sin ventilación, de esas casas antiguas tipo chorizo donde el piso era de ladrillo y yo venía de la ciudad y de las escuelas donde di las prácticas en las que no faltaba nada. Entonces tuve que adaptarme, pero pude volcar todos mis amores a esa escuela, porque eran chicos muy humildes, muy buenos y esperaban tanto de la maestra. Asique éramos un poco maestras, asistentes sociales, educacionales, no había nada de eso en ese momento ahí. Pero trabajé muy bien y con mucha libertad. No existía el Ministerio sino el Consejo Nacional de Educación.

¿Te acordás a qué escuelas fuiste o en qué lugares quedaban?

No me acuerdo bien el número de la escuela donde empecé, pero era en Liniers. Después estuve como alumna en Saldungaray, Provincia de Buenos Aires (cerca de Sierra de la Ventana). Después estuve en General Conesa, un pueblito fantasma, donde mi papá era jefe de correos (realmente creíamos que estábamos en otro mundo porque no había médicos, no había Iglesia, no había nada y General Conesa está cerca de la costa, de San Clemente del Tuyú, no sé como estará ahora, quizás está lindo). Ese año, tercero, lo perdí porque se inundó el pueblo y tuvimos que salir de la oficina de mi papá en bote y después mi papá ya no quiso más porque tenía hijos para educar, mi hermano mayor tenía que empezar la secundaria. Entonces me tocó hacer períodos en Capital Federal. En el barrio de Flores fui a una escuela y después terminé en La Plata, en un barrio llamado Tolosa, en la escuela Nº 31. Allí hice tercero de nuevo, cuarto, quinto y sexto. Ahí hice la mayor de mi experiencia en una escuela primaria.

¿Y tu secundaria?

En la secundaria me pasó algo bastante "incomprensible", por no ponerle otro término. Yo dije que era una alumna de 10. Matemática para mi siempre fue así, ni hablar de hacer un relato, una composición o un dibujo. Yo tuve que dar examen de ingreso en el Normal Nº 1 de La Plata para hacer la carrera docente. Rendí y no ingresé porque mi examen "no estaba bien". No podía ser, entonces le dije a mi mamá: "Mamá tenés que ir a preguntar por mi examen y que te lo muestren, porque yo no puedo haber hecho nada mal, porque para mi era pan comido". No se lo quisieron mostrar. Entonces yo creo que ahí hubo algo raro. Entraron otras personas, no las que no teníamos cuña. Es triste, ¿no? ¿Entonces a qué escuela voy a ir? Yo quería ir ahí. Entonces un familiar me propone ir a una escuela privada, pero era costosa y mis padres no podían. Asique me dieron media beca y me recibí en la Escuela de la Misericordia, una escuela privada, de monjas. De las que tengo los mejores recuerdos.

¿Te acordás de alguna maestra en especial? ¿De qué materia o área era?

Las maestras entonces y como me tocó a mi también, enseñábamos todo. No había áreas como hay ahora. Teníamos que todo: Historia, geografía, matemática, lengua, todo. Hasta ejercicios físicos, donde aprovechaba para enseñarle a los chicos a bailar el folclore. Entonces les ayudaba a vestirse de paisanitas a ellas y a los chicos como eran del campo bombachitas y alguna botita también tenían, el Club de Niños Jardineros, la Cruz Roja Infantil, todo eso lo llevé allí. O sea que teníamos todas las materias, no estaba dividido en áreas. 
Cada una tenía lo suyo, pero yo creo que a un maestro si el alumno le responde y le cumple, no tiene ningún gesto que después uno lo recuerde como injusto, porque creo que más que nada en los niños queda marcada la injusticia. Cuando se le castiga, o se le reprocha o se le llama la atención por algo injusto, eso es lo peor. Si es justo, bueno, sabe que no hay, es verdad lo que está diciendo. No me pasó nunca. Entonces si yo no daba trabajo, si yo cumplía, si siempre llegaba a horario, siempre iba impecable (mamá era una persona que se dedicaba a sus hijos), no recuerdo ninguna maestra, en este momento haciendo memoria de aquellas maestras que tuve, las recuerdo con mucho afecto.

¿Qué significa hoy en tu vida cotidiana haber pasado por la escuela pública? ¿Qué sentís que te dejó ese paso por la escuela pública?

Creo que la Escuela Pública alberga lo que es la igualdad. Ahí no hay personas mejores ni peores que otras, o sea personitas. Vienen todas a aprender y se les enseña. 
En las escuelas privadas, me consta, hay preferencias de acuerdo a tu nivel económico. Si te casas con más plata te ponen la alfobra roja, sino te la sacan porque pagaste menos y te casas con otra. Es triste, pero es así. 

No hay preferencias sociales en una escuela del Estado, en una Escuela Pública. Los chicos son todos iguales, son niños y tal es así que una maestra puede enseñar en una escuelita del interior con chiquitos muy humildes y morochitos, o en una escuela donde el nivel sea mejor. Porque los maestros, por lo menos en mi época, llevábamos todo a la escuela. Mis alumnos no tenían libros, no tenían materiales, entonces ahí volcás eso que tiene que ser como condición sin ecuanón para ser maestro que es el amor y la ayuda al chico. Y no lo digo para vanagloriarme, sino que lo hacía y las otras maestras también, cuando fui directora también. Iba a buscarles zapatillas de esas que ahora se llaman de segunda, por algún defectito, y que valían más económicas, junto con la cooperadora los delantales, llevarles útiles y tratar de conseguir lo mejor para ellos para que vinieran a la escuela porque no venían, no tenían calzado, no tenían ropa. Entonces todo eso era parte de una dinámica de colaboración sin distinción de riqueza porque había otros chicos que sí podían. Dentro de ese mismo grupo había chicas de un nivel económico bastante bueno. Pero siempre el más desprotegido es el que más necesita, ¿no? Y no dárselo como una limosna ni nada, sino como una obligación, porque los chicos tienen pudor también y a veces sufren y eso es malo, marca.

No hay diferencias, todos los que vamos y hemos ido a Escuela Pública hemos tenido el mismo trato. Además si querían participar los papás en la cooperadora, participaban, el que no quería o no podía no lo hacía, estaban los que podían pagar o llevar algo y los que no, o sea, nada de privilegios ni cosas injustas. 

Yo creo que la Escuela Pública es la imagen de la democracia, porque se práctica la democracia, ¿no? Habrá también otras, que no son tantas, pero no depende del modelo de la escuela, depende de quien dirige una escuela que la escuela sea democrática.

Nosotros nos manejábamos en las escuelas Lainez con el Estatuto del Docente, la Ley 1420 y un modelo de plan de trabajo excepcional. Ese modelo que nos daban como obligación para cumplir todo el programa del año en todas las materias, se podía implementar en la llanura como en la montaña, en el hielo como en el desierto, porque tenía todas las características. Era excelente, en aquella época.

¿Cómo ves hoy a la educación pública?

Yo estoy alejada de la educación porque me jubilé hace muchos años, en el año "78 y creo que si yo vuelvo a la escuela ahora encuentro otra escuela. Con otras formas de trabajar, más moderna. Primero, por áreas. Segundo con toda la informática y la modernidad que yo no manejo, ni quiero. Yo tengo el lápiz y el papel y no me sacan de eso. No te apreto un botón ni loca. Pienso que es la bomba atómica y que va a volar todo. No se, ni quiero.

Yo no sé hoy en día como son los programas de las escuelas, pero lo que si me asusta es que se ponga al alumno mucho en contacto con esa tecnología que no es un ser humano, es una máquina y que entonces... a ver: Que bárbaro que todos los chicos de las provincias tengan su netbook, porque ahí van a tener la información, pero no es la netbook, hay otras formas de contacto del chico, que no es la escuela es el hogar también, donde están frente a una maquinita y uno los escucha discutir con ese nada y pelearse con ese nada, o sea, que es bueno que estén usando la tecnología y la modernidad porque es así el mundo, pero que no dejen de ir al campo a ver las ovejitas, las vacas, las mariposas, como crece una planta. Nosotros hacíamos el herbario, cómo crecía, cómo se desarrollaba la planta. O hacíamos el hormiguero artificial para ver cómo trabajaban las horimigas. O llevábamos el algodón para ver cómo era. 

Por ahí, en algunos países muy modernizados del mundo conocen las gallinas en los zoológicos, yo quiero que los niños conozcan las gallinas en el gallinero, en el campo, que te agarren una flor y la huelan, que arranquen la fruta de un árbol porque ese es el mundo. Que no sea tan técnico.

¿Qué cambios considerás que deberían realizarse en la Escuela Pública?

Yo una vez estuve en un acto. Había como 400 maestros, estaba el Ministro también y yo tenía que hablar. No se las cosas que dije, pero una de las cosas que dije fue que felicitaba repartir las netbooks y todo lo demás, pero que les recomendaba a las maestas dos cosas: moderar el contacto del chico con esa máquina y, segundo, el que no ama a un niño no puede ser docente. 
Si no amás al niño, no podés ser docente. Por más que seas doctora en no sé que, no sirve. El amor es todo. 

¿Cómo te imaginas que será la escuela dentro de 50 o 100 años?

Con un gusto enorme yo, como las abuelas, voy a las escuelas a dar charlas sobre quien soy y que hago, con el respeto y el lenguaje necesario para el que está escuchando, de acuerdo a la edad y todo eso. Entonces, y esto va al futuro para darte una respueta: Cuando los chicos, que tienen 11 o 10 años y entienden todo lo que les estoy diciendo, porque han sido preparados por sus docentes, me preguntan "qué podemos hacer nosotros", yo les doy estos consejos que es para el momento y para el futuro. Primero que nada estudiar, porque el que no estudia es esclavo del que sabe más porque le miente y no hay forma de discutirle porque no hay un conocimiento. Estudiar, estudiar y estudiar. Lo otro, ser respetuosos con los adultos, maestros, padres, ancianos y con el diferente. No discriminar, sino ser compañero, ser solidario. La solidaridad. Y después ser partícipe como lo están siendo ahora, del acontecimiento histórico del país. Porque lo que yo les conté pasó y hay un futuro para que no vuelva a pasar. Entonces si en vez de ver pasar la historia y criticar nos metemos en la historia y participamos, vamos a tener derecho a opinar, a hablar. Entonces juntensé. 

El día que quieran juntensé el que le gusta la poesía, el que le gusta el teatro, el que le gusta el fútbol, el deporte, porque mañana van creciendo y van a decir: la política. Y chicos, les digo, no sé pero a lo mejor entre ustedes está el futuro presidente o presidenta. O sea, que les digo eso para que sean buenos ciudadanos. Buenas personas.

Yo creo que lo que hay que fomentar es la bondad. Ser buena gente.

¿Crees que existe o existió algún vínculo entre los sectores de poder hegemónico y la Escuela Pública a lo largo de la historia de nuestro país?

El poder hegemónico, generalmente, alimenta el bienestar de las escuelas privadas porque es un negocio. No piensa en el chico, piensan en el negocio. Pero hay una sociedad donde están los maestros que piensan en el niño, en el que hay que educar. Y el maestro es un ser generoso, que se da, se brinda. 

Si tenes una escuela limpia vas a estar más cómodo, si no tenés que ir a buscar el agua a la vecina porque se cortó, vas a estar más cómodo. Entonces en las Escuelas Públicas esas son obligaciones del Estado, entonces hay que bregar para que el Estado mantenga las escuelas con dignidad. Y dignidad para los chicos: buenos bancos, comodidad, luz. 

Yo en esa escuelita que era una casa chorizo no tenía luz, tenía una puerta que cuando la cerraba era la única salida y después una estufita eléctrica para cuando hacia frío, Entonces les enseñaba a mis alumnos que venían de ranchitos o de vivir a veces en cuevas, no se humillen pensando que porque viven así son distintos al que vive mejor, porque hoy ustedes están acá en la escuela para aprender que cuando sean grandes no se tienen que avergonzar si vivieron en un ranchito con una ventanita así, pero sepan que van a vivir, a lo mejor en una casa con una ventana grande porque la ventana es aire, luz, salud, para eso vienen a la escuela: para educarlos para mejor no para bochornarlos.