HOMENAJE A ROBERTO JORGE SANTORO


17 DE ABRIL DE 1939 - 1 DE JUNIO DE 1977

CANTO A LA ESPERANZA


Andaba yo desnudo de mí
perdido en la lluvia del olvido,
de barco navegando por las plazas, 
dormido el pecho,
su gorrión descalzo
y tuve que llevarte a la palabra, 
ponerte en posición de vuelo,
a veces de bufanda
rueda azul
andaba
te seguía
mi muerte con su forma de guitarra 
y tuve que ponerla en la memoria 
como se pone un hijo
con esa rabia dulce 
mitad de mí
agua del aire
andaba así
de loco en el olvido
de furia que quiere reventar por el costado 
y un día de tanto nombrarla
la encontré,
se la llevé a mi madre, 
la puse en el saludo,
la compartí como un pan con mis amigos, 
la arrastré hasta. el remolino del amor
allí donde los ríos tienen un mismo nombre, 
para que entendiera de una vez por todas 
que era nuestra,
para que nunca se olvidara de este país enorme, 
de esta ciudad,
su ternura abandonada en los portales, 
le dije algunos versos,
le puse el corazón como una hoguera, 
me la bebí de cabo a rabo,
le enrosqué la cola en mi solapa,
me di el gusto de agarrarla de la mano 
y hoy la traigo aquí,
pero si un día se llega a volar porque fallamos
si se escapa esta rabia que llamamos esperanza, 
si un día se va,
yo crucifico al amor
y después. de enterrar a mis hermanos, 
me voy con el tranvía de la muerte
a clausurar mi corazón en una plaza.


Roberto Jorge Santoro

Apenas 20 días antes de ser secuestrado, Santoro escribió a su amigo José Antonio Cedrón, quien residía por ese entonces en Venezuela:

"Qué desgracia que no alcance el tiempo y uno tenga que remar como un esclavo en medio de este trabajo que no da ni para llegar a fin de mes, sabiendo encima que existe la posibilidad de caer en cualquier momento y por cualquier cosa. El ruido de las sirenas lo tenemos de música de fondo. Dale que dale, como un organito represor y desesperado. Oh, el mundo occidental y cristiano. Un día florecerá la vida y el sol tendrá el color que se merece. (...) Cada día se necesita más aliento.Vivir se ha puesto al rojo vivo, así dice Blas de Otero. Vale. Están todos presentes. También los otros. El recuerdo es una aguja permanente que nos está cosiendo y descosiendo el alma. (...) El futuro me acompaña. Es el amor permanente, fiel, que nunca me abandona. No le pienso dar tregua."

El 1 de junio de 1977, mientras las clases del turno noche en la Escuela Nacional de Educación Técnica nro. 25 del barrio de Once se desarrollaban con normalidad, tres hombres se acercaron preguntando por uno de los preceptores, Roberto Santoro. Uno de ellos dijo ser hermano de un alumno. Cuando el buscado se presentó, los desconocidos lo redujeron por la fuerza esgrimiendo armas de fuego. En medio de los gritos y la desesperación de los presentes, se lo llevaron."

Roberto Jorge Santoro, Obra poética completa 1959-1977, Editorial RyR, Bs. As., 2008.