Informe de coyuntura: DE los Trabajadores PARA los Trabajadores


Balance y Perspectivas

La estrategia económica de la alianza Cambiemos reflejó un giro copernicano en el tipo de Estado a través de la implementación de un fuerte shock ortodoxo de carácter neoliberal. La política económica sustenta sus acciones en: por un lado, reemplazar las políticas regulatorias por el libre juego de la oferta y la demanda (es decir, su delegación a aquellas fracciones del capital que tienen mayor incidencia en la estructura de los mercados), y, por el otro, poner en marcha una política de “ajuste económico” que implica un salto significativo en el ritmo inflacionario, reducción del nivel de actividad económica y una profunda transferencia de ingresos del trabajo al capital y, dentro de éste, especialmente hacia el sector financiero y los terratenientes pampeanos. 


Las dificultades con las que puede tropezar la nueva política económica son diversas. La devaluación, quita de retenciones, aumento en las tarifas de los servicios públicos provocan considerables aumentos de precios que tienden a erosionar rápidamente el aumento de la competitividad externa que surge de la devaluación (tipo de cambio real). La suba de la tasa de interés, el ancla cambiaria y la reducción del nivel de consumo buscan mitigar el efecto inflacionario de las medidas desplegadas. En este sentido, la reducción de los salarios reales y el nivel de empleo son funcionales para bajar el consumo. De todos modos, las paritarias se encuentran abiertas y en pleno proceso y su resultado depende de la relación de fuerzas sociales.  


Otra cuestión no menos relevante para evaluar los senderos de la nueva política económica radica en la presunción de que logrando el equilibrio se restauraría el nivel de inversión. Ello es ciertamente discutible por sus fundamentos económicos y por el hecho de que, si bien algunas de las medidas implementadas suponen un aumento de la rentabilidad, y por ende un incentivo a la inversión, la caída del consumo interno ejercerá presiones contrarias en un escenario en el que los mercados externos no dan indicios de expansión sino más bien lo contrario. 


La recesión económica será contemporánea a una fuerte especulación financiera fomentada por el alto rendimiento en dólares de la tasa de interés que fija el Banco Central. En ese marco, el elevado endeudamiento externo implícito en el programa fiscal y el acuerdo con los Fondos buitre puede generar, si se accede exitosamente al crédito internacional, las divisas para compensar la restricción externa y financiar la fuga de capitales, que ya no estará originada en ganancias productivas sino en la renta financiera.  Se trata de un escenario sumamente regresivo y con fuertes pugnas distributivas que, a diferencia de otras etapas históricas, no tiene una crisis económica que la precede y la “legitima”. Ello preanuncia la intensificación de conflictos sociales, no solo entre el capital y el trabajo sino también entre las fracciones hegemónicas del capital (banca transnacional y terratenientes pampeanos) y los grupos económicos locales ligados al ámbito industrial para intentar imponerse en la nueva estructura de precios y rentabilidades relativas. 


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