11 DE MAYO DE 1974, ASESINAN AL PADRE MUGICA



Carlos Mugica, Del libro "Iglesia y Dictadura" de Emilio F. Mignone, Capítulo 8


Cierro este capítulo con una breve referencia a la primera víctima sacerdotal de la persecución, Carlos Mugica, acribillado a balazos frente a la parroquia de San Francisco Solano, en Buenos Aires, el 11 de mayo de 1974.

Lo hago con un extracto de la semblanza biográfica con que su colega Jorge Vernazza inicia la Introducción de sus escritos y reportajes. Dice así: "En el Padre Mugica cuenta su historia, él mismo se encarga de señalar los principales factores que incidieron en la transformación de un joven estudiante de familia acomodada y, por lo tanto, condicionado por la mentalidad propia de esta clase, en un sacerdote marcado por la 'opción preferencial por los pobres', mucho antes que esta consigna fuera lanzada por los obispos latinoamericanos reunidos en Puebla, en febrero de 1979.

Había nacido el 8 de octubre de 1930. A los 21 años dejó los estudios de derecho para ingresar en el seminario de Villa Devoto. Recién ordenado sacerdote, a fines de 1959, pasó cerca de un año junto a monseñor Iriarte, obispo de Resistencia, en el Chaco santafesino. De regreso a Buenos Aires fue nombrado vicario cooperador de la parroquia Nuestra Señora del Socorro, para desempeñar simultáneamente funciones en la secretaria privada del cardenal Caggiano. También actuó como asesor de jóvenes universitarios y profesor de teología en la universidad de El Salvador. Pero nada de ello le impidió, tal vez mejor lo motivó, como compensación, a buscar en la villa de Retiro la gente a las que quiso dedicar preferentemente su mejor tiempo y energías sacerdotales. Buena parte del año 1968 lo pasó en Francia realizando estudios complementarios. Al regresar a Buenos Aires a fines de ese año se incorporó al Equipo Pastoral para Villas de Emergencia, aprobado por el arzobispo de Buenos Aires cardenal Aramburu, también desde entonces comenzó a participar vivamente en las actividades del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo'. El 11 de mayo de 1974, después de tener una charla con parejas que se preparaban para el matrimonio y celebrar su habitual misa vespertina de los sábados en la parroquia de San Francisco Solano, al salir de la misma fue ametrallado por alguien que bajó de un coche, dentro del cual huyó velozmente. En poco más de 13 años de labor sacerdotal, había llegado a ser ampliamente conocido en el país. Su asesinato conmovió profundamente. Miles de personas desfilaron ante su féretro, primero en la parroquia de San Francisco Solano y después en la capilla de Cristo Obrero en la villa de Retiro. Una impresionante multitud, que reunía exponentes de todas las clases sociales, pero especialmente a los pobres de las 'villas miseria', lo acompañó por más de 50 cuadras hasta la Recoleta, en una manifestación de fe con tal profundo sentido religioso y popular que no se tiene memoria, en nuestra ciudad, de otra similar.

Dentro de un marco tan breve de hechos y fechas, ¿qué puede explicar la extensa irradiación de su figura y la dolorosa conmoción probada por su desaparición? Tal vez pueda sintetizarse la respuesta: fue su religiosidad auténtica, comprometida hasta el fin en el servicio de sus hermanos, en especial los más pobres, con intensa vitalidad humana y espiritual.(19)

Tengo memorias breves pero intensas de Carlos Mugica. Lo recuerdo hablando en actos públicos y en Roma, el 16 de noviembre de 1972, en ocasión del vuelo que compartimos para acompañar a Perón en su regreso al país. Lo tengo presente en una reunión con jóvenes, en mi casa, organizada por mi hija Mónica.

Su muerte fue un preanuncio de lo que vendría. Era una figura simbólica y carismática que la oligarquía -que lo consideraba un traidor a su clase- y las fuerzas armadas no podían tolerar viva mientras preparaban el gigantesco genocidio.